Metamorfosis de Kafka

Cuando me desperté el tigre estaba allí, no se había movido de su sitio ni un ápice, o eso aparentaba, se le veía más astuto de lo normal, travieso e incluso pícaro para lo que era un tigre común, cuando yo me moví el tigre ni se inmuto, sabía que de sobra que en pocos segundos el tigre se posicionaría en mi lado y me podría matar, lo único que me mantendría vivo sería seguir siendo útil para él, si le mantengo servido de comida, sí juego con él, seguiría vivo, eso dice durante dos semanas hasta que el tigre se empezó a mover conmigo, ya no era su criado sino simplemente un amigo más, durante las dos semanas siguientes, cazamos,comimos,estuvimos durmiendo juntos, todo ello sin discutir, como un buen matrimonio, bueno... esto último discutible.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Oda a la Cigarra

Ana Karenina, de Leon Tolstoi

La historia de Sinuhé